viernes, febrero 03, 2012

Elogio agridulce del Capuchino - R. Arlt

       
 
     Minga de café. Abstención completa. ¿Y qué le queda a usted? Reducirse al capuchino, al innoble y seductor capuchino, que es una  mezcla, por partes iguales, de leche y café, servida en una tacita de café. La tacita, para que usted se haga la ilusión de que se manda a bodega una ración de achicoria, y para engañar la visión, como los cocainómanos que cuando no tienen con qué doparse, toman por la nariz ácido bórico o magnesia calcinada. El caso es hacerse la ilusión...

     ¿Qué hacemos con el retrato?

     ¿Qué hacemos con la tacita, si el café está en la express? ¿Qué hacemos? Aguantarse, mirar con envidia a los que piden un "café negro y bien cargado". ¡Adiós dulces tiempos del "café bien cargado"! Del café que llegaba humeando y cubierto de espumita marrón, para poner en los nervios una chispa azul de magia; adiós dulces tiempos. Abstención completa de "feca". ¿Y qué le queda para hacer? Así como el morfinómano, cuando no tiene droga se pincha con la "pravaz" para delirar un minuto en espera del éxtasis  blanco, así, el bebedor de café, recurre al engañoso capuchino para hacerse la ilusión de que todavía ingiere el negro y excitante veneno; veneno moroso, que le va rompiendo lentamente los nervios, sin que usted se aperciba.
     Y lo único que tiene el capuchino es la tacita. Esa tacita que es el retrato nada más. Esa tacita que usted toma con trémula mano pensando que contiene café; tacita que durante un minuto, dos, tres minutos, deja usted encima del mármol de la mesa y la mira halagado, porque es la tacita que contenía café; el café que ya usted no probará más, ¡vaya a saber por cuánto tiempo!
     ¿Qué le queda por hacer? Pedir un capuchino. También lo llaman "cortado". El mozo lo mide al socaire de una mirada burlona y grita, casi irónico:
     -¡Un cortado para uno!
     Y llega el cortado, y usted lo relojea brocoso. Eso es café con leche, café con leche para los que no han almorzado y a la una de la tarde piden un capuchino para engañar el hambre.


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